Abriendo la caja de sorpresas de la Basílica de San Pedro de Roma

Si la Basílica de San Pedro de Roma es un espectáculo cuando se contempla su exterior, su interior, es una caja de sorpresas. Te cuento.

Sólo cuando se entra en el templo, se puede ver el verdadero tamaño del conjunto. La basílica tiene nada menos que 15.160 metros cuadrados de superficie, lo mismo que dos campos de fútbol. Y dentro se puede acomodar a 60.000 personas. La bóveda de cañón es altísima y la cúpula por dentro, soberbia.

Tanta ostentación es el resultado de siglos y siglos de opulencia de la Iglesia Católica, especialmente a lo largo de los siglos XVI y XVII. Pero la obra que más llama la atención del interior de la Basílica de San Pedro es, sin duda, el baldaquino. Una estructura que corona el altar mayor de 26 metros de altura y realizada en bronce. Las columnas salomónicas en las que se apoya están inspiradas en las de mármol que adornaban la cripta original de la primera basílica.

Frente al baldaquino, se puede ver la cripta funeraria que marca el punto en el que se dice que está la supuesta tumba de San Pedro. Está rodeada por una balaustrada que tiene 95 lámparas de bronce. La cripta está justo debajo de la cúpula compuesta por dieciséis secciones que se apoya sobre cuatro pilares muy robustos.

Las zonas situadas entre los pilares están decoradas con mosaicos que representan a los cuatro evangelistas. La luz que lo ilumina todo entra a través de una linterna situada muy arriba y por las 16 ventanas que están justo debajo de la cornisa.

En los pilares, también hay una serie de estatuas enormes de cinco metros de altura que representan a San Andrés, a la Verónica, a Santa Elena y a Longino. La estatua de Longino salió de las manos de Bernini, las otras, fueron hechas por alumnos de la escuela del mismo maestro. Encima de los nichos, hay estructuras en las que se guardan las reliquias de los mismos santos.

El pilar de la estatua de Longino está cerca de otra gran imagen en bronce, la de San Pedro. Esta obra se pensó en un primer momento que podía ser una obra clásica tardía, hoy se sabe que es de Arnolfo di Cambio, un arquitecto y constructor del siglo XIII.

El ábside de la Basílica de San Pedro está decorado con una obra barroca muy ampulosa, la de Cathedra Petri, la supuesta silla de San Pedro. La silla está embutida en un trono de bronce con relieves que incluyen a los cuatro padres de la Iglesia; Atanasio y Johannes representan la Iglesia Oriental, mientras que Ambrosio y Agustín representan la Iglesia Occidental. Sobre el trono hay una gran ventana oval rodeada de numerosos ángeles.

La tumba del papa Urbano VIII, a la derecha del trono, también fue creada por Bernini. La tumba opuesta, es la de Pablo III, y es obra de Giacomo della Porta. Hay muchas otros muchos monumentos sepulcrales en la Basílica de San Pedro, de entre los que destaca el monumento a Alejandro VII que es otro trabajo de Bernini.

Representa al Papa rezando frente a un esqueleto que sostiene un reloj de arena. Las estatuas junto al esqueleto representan las virtudes. Una de las figuras estaba originalmente desnuda, pero el papa Inocencio XI ordenó a Bernini cubrirla con una cortina de mármol. Otro monumento notable es la tumba de Inocencio VII, esculpida en 1498 por Antonio del Pollaiolo. Es la única tumba papal en la iglesia que procede de la basílica original del siglo IV.

El monumento más famoso en la Basílica de San Pedro es, sin lugar a dudas ‘La Piedad,’ una escultura de mármol de una joven María que sostiene el cadáver de su hijo. Fue creada entre 1499 y 1500 por Miguel Ángel a la temprana edad de veinticinco años.

El monumento se encuentra en la primera capilla a la derecha. Es el único trabajo de Miguel Ángel que lleva su firma. Grabó su nombre en la cinta que cruza el pecho de María, supuestamente después de escuchar que la gente atribuía su trabajo a otro artista. La escultura fue severamente dañada en 1972 cuando un visitante trastornado que la golpeó con un martillo. Ahora está protegido por una pantalla de vidrio a prueba de balas.

La mayoría de las pinturas de la iglesia son réplicas de las obras originales creadas para la basílica, muchas de las cuales se exhiben actualmente en la Pinacoteca del Vaticano. La alta humedad en la iglesia arruinó las pinturas al óleo que comenzaron a sufrir daños por efecto del moho. Algunas han sido reemplazados por mosaicos como ‘La Transfiguración’, una pintura de Rafael, que fue recreada en 1774 como un mosaico de la mano de Stefano Pozzi.

El suelo de la basílica tiene un patrón de mármol colorido. Si quieres puedes buscar lo que busca mucha gente: el disco de pórfido rojo que está cerca de la puerta central. La antigua iglesia estaba ubicada frente al altar principal.

Los emperadores, especialmente Carlos El Grande (en el año 800 dC), fueron coronados en donde se sitúa el disco. También hay marcas de bronce que comparan el tamaño de la iglesia con la de otras, incluyendo la Catedral de San Pablo en Londres o la Catedral de Colonia .

Justo enfrente del transepto izquierdo, está la entrada al Museo Storico-Artistico (entrada no gratuita), más conocido como El Tesoro o La Tesorería. En el museo, se exhiben varios crucifijos históricos, incluido la Crux Vaticana del siglo VI. También hay objetos procedentes de la iglesia antigua, como un tabernáculo creado por Donatello.

Igualmente es posible visitar Sacre Grotte o Grotte Vaticane, una necrópolis situada debajo de la nave donde se encuentran las tumbas de más de cien papas. La Grotte se creó cuando el piso de la nueva basílica se construyó 3,2 metros por encima del anterior. Se puede acceder a ella a través de una escalera cerca de la estatua de Longinus.

La linterna

La culmen de la Basílica de San Pedro es la majestuosa cúpula, una obra maestra diseñada por Miguel Ángel. La cúpula tiene un diámetro de 42,34 metros y descansa sobre cuatro pilares gruesos, como te decía, de cinco lados. Encima de los pilares descansa un tambor cilíndrico, con dieciséis grandes ventanas rectangulares, que sostiene la bóveda de crucería. Las secciones de la cúpula se unen en un óculo sobre el que se coloca una enorme linterna. El exterior del tambor y la linterna están decorados con columnas dobles corintias.

Hay una plataforma de observación en la base de la linterna desde donde se puede disfrutar de un panorama incomparable sobre Roma. Tienes la opción de tomar un ascensor o subir por unas escaleras, éstas últimas son algo más baratas.

Desde la cúpula, se puede ir fácilmente a la terraza de la basílica donde se puede disfrutar de una vista de primer plano de la cúpula y siguiendo las galerías interiores se puede tener una visión a vista de pájaro del interior del templo. Desde ese punto, se puede subir por una larga y estrecha escalera en espiral que conduce a lo alto de la cúpula. Lo peor, que las paredes del acceso están inclinadas; lo mejor, las vistas de Roma desde las alturas. Una recompensa al esfuerzo de escalar las esas alturas.

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Baldaquino de Bernini. Basílica de San Pedro de Roma.

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